No me puedo quejar porque ya sabía lo que iba a ver y tenía más que claro que no me iba a gustar, entonces os preguntaréis ¿por qué ha entrado a verla? Llegados a este punto no lo sé ni yo. Bueno sí lo sé. Una de mis amigas ya había visto Señoras y Criadas y el resto de películas podían ser igual o peores que esta.
El caso es que ya que lo he hecho y me he gastado 6,50 euros vamos a comentarla. ¿La película nos aporta algo novedoso o alguna sorpresa? Desde ahora os digo que no. Es más de lo mismo. Un virus que se va propagando por la población humana a un ritmo vertiginoso por todo el mundo, la población entra en el caos y no encuentran una cura. Muchos actores conocidos y buenos y ninguno realmente aprovechado.
El personaje que tiene un poco más de jugo es el interpretado por Jude Law. Un blogger que va investigando por su cuenta todo lo sucedido y que a medida que avanza el virus va ganando más seguidores. Parece que en principio se contagia pero luego se cura. Aunque según lo que comentan en la parte final de la película, parece que sólo había fingido estar enfermo para ganar más seguidores. La gente hace cualquier cosa para que le visiten su blog... Cada vez que lo veía con el traje este de plástico puesto no podía dejar de pensar en Jake Gyllenhaal y su película El chico de la burbuja.
Luego está el personaje de Matt Damon. El típico padre al que se le muere su mujer en la primera escena (la cual le ponía los cuernos, la muy z*rra) y protege a su hija para que no se contagie sobre viento y marea. Y claro está, él es inmune. Así by the face. Pero es un buen padre, así que lo respetaremos. Aunque me parece fatal que su hija de 15 años tenga un iPhone 4 y yo no...
Y por último tenemos el personaje de Marion Cotillard. Con lo buena actriz que es esta mujer y lo mal aprovechada que está en esta película. Lo único a destacar de su personaje es que aunque la secuestran, al enterarse que su liberación ha sido gracias a unos medicamentos que no eran otra cosa que placebo, su primera reacción es volver para decírselo a sus secuestradores. ¡Olé sus coj*nes!
En fin, una hora cuarenta y cinco minutos (que han parecido dos horas y cuarto) para decirnos que unos murciélagos eran los culpables de todo este revuelo al comerse unos planatos, los cuales a su vez los comían los cerdos y estos cerdos a su vez llegaban a nosotros. Si el chef se hubiera lavado las manos antes de ver a Gwyneth Paltrow lo que nos hubieramos ahorrado todos. Aunque bueno si no hubiera sido ella hubiera sido otra. Total, que no la veáis.
Para terminar un dato curioso que ha dejado la película: nos tocamos la cara al día unas tres mil veces. Ahora me alegro de lavarme las manos muchas veces durante el día.
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